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A la ciudad de Soller se debería llegar sin falta con el „Rayo rojo“. Aunque el „Rayo Rojo“, que serpentea a nivel del mar desde Palma a través de muchas curvas en el Coll de Soller (469 metros), tiene como velocidad máxima 50 kilómetros, en el nostálgico tren se puede disfrutar el paisaje realmente bien. Es muy hermoso y acogedor cuando la locomotora aligera el paso humeando en grandes arcos porque ha logrado el ascenso hasta la cordillera de Tramuntana.
„Sullar“, „el valle de oro“, así llamaron los árabes a este valle, „Horta de Soller“ lo llamaron los conquistadores cristianos. Debido al clima ideal, los habitantes de esta depresión geológica protegida cultivaron aquí almendros, higos, olivos y frutos cítricos en abundancia.
„Estació del Ferrecarril“ en Sóller
Luego de que el tren ha atravesado los exuberantes jardines, el pasajero arriba en la „Estació del Ferrecarril“. Si el pasajero quizás no puede jactarse de haber viajado en el tren más lento del mundo, puede de todas formas presumir de haber entrado a la estación de ferrocarril más antigua del mundo. Pues la venerable estación no es otra cosa que una granja construida hace alrededor de 400 años. Pero el edificio no es solo antiguo, sino también un centro cultural. En su planta baja, la estación alberga dos exposiciones de pintores famosos a nivel mundial.
„Sala Mirò“ muestra coloridos gráficos del artista, que experimentó un intenso periodo de creatividad en la isla. La „Sala Picasso“ presenta cerámicas del gran maestro del arte moderno.
Cuando el viajero abandona la estación tiene dos opciones: Puede caminar algunos pasos para explorar la ciudad de Soller o simplemente se monta en el anticuado tranvía originado en 1913 y continúa viajando hasta „Port de Soller“ en el puerto.
„Placa Constitucio“ y Sant Bartolomeu
Quien hace el esfuerzo por caminar el corto camino hasta el centro de este poblado rural (7.000 habitantes), llega inevitablemente a la „Placa Constitucio“ en el corazón de Soller. En una vista panorámica desde uno de los numerosos cafés se presenta el imponente ayuntamiento (siglo XVII-XVIII) y la iglesia parroquial Sant Bartolomeu. Esta iglesia fue construida en el lugar de una mezquita poco después de la reconquista en el siglo XIII.
Ya que Soller nunca estuvo segura de los ataques piratas debido a su peligrosa ubicación en el mar, esta iglesia servía como una fortaleza en Andratx, como protección y refugio de los creyentes ante sus enemigos. Esto lo demuestra muy claramente incluso hoy la nave de la iglesia con sus gruesos muros y las estrechas ranuras en lugar de ventanas. La fachada principal ha sido completamente remodelada por el alumno de Gaudí, Jean Rubió Bellver (1870-1952). Él creó un gigantesco rosetón con coloridas ventanas, para que la luz pudiera inundar la iglesia que de otra forma sería sombría.
Port de Soller
En un viaje con el tranvía un poco accidentado pero por lo demás tranquilo, llegamos finalmente al Port de Soller como lo llaman los mallorquines o al Puerto Soller, como dice la denominación en español oficial.
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