Artà: Recuerdos de una antigua vida rural

Al pasear por la localidad a través de las pintorescas y estrechas callejuelas con sus casas antiguas con portones de arco y las posadas con escudos de armas sobre las entradas, uno se puede sin esfuerzo trasladarse al medioevo. Los habitantes y el gobierno municipal están orgullosos de su pasado histórico y honran la tradición.

Un soplo de tiempos pasados recorre las callejuelas de Artà

Así se reúnen uno a uno en Artà muchos comercios que exponen las artesanías. La selección alcanza desde mercancía de alfareros, pasando por cestas tejidas de palmera, elementos torneados hasta productos de cristal coloridos finamente estilizados. Pero también muchos pintores aficionados permiten revivir en brillantes colores, la fortaleza o los olivares de crecimiento caprichoso en los campos.

Fortaleza de defensa contra piratas y corsarios

Artà poseía un gran significado histórico para todo el nordeste de la isla. Esto puede ser reconocido sin mayor dificultad en la fortaleza con la aún hoy imponente muralla de circunvalación, la imponente iglesia parroquial y las casas en la ciudad con sus gruesos muros y las torres de defensa. Que la ciudad estaba tan intensamente fortificada y equipada con muros y torres, guarda relación con el hecho que informan las crónicas locales con énfasis y estremecimiento, de que hasta el siglo XVIII fuera asaltada y saqueada regularmente por piratas y corsarios.

Un recorrido visual sobre el pasado de nuestra pequeña ciudad la ofrece el “Museo local de Artà”. El museo que fuera fundado en 1927 ofrece un calidoscopio de momentos históricos importantes y objetos rústicos de uso cotidiano. Los hallazgos más antiguos, espadas de bronce, joyas y ofrendas funerarias, indican la presencia de poblaciones humanas en Artà y su entorno en los tiempos de los “talayotes”. Estos testigos de piedra con fortalezas de circunvalación de piedras sobredimensionadas con una altura de 3,5 metros, las encontramos en un pequeño bosque de piedras aprox. a 1 km al sudeste de Artà. Esta “población de talayotes Ses Paissers” con un muro de circunvalación ciclópeo en cuya protección se encontraban aprox. 60 casas, fue habitada en el tiempo aprox. 1300 – 100 antes de Cristo.

Los tesoros de las excavaciones están expuestos en el museo. Que Artà y su entorno había sido habitada de forma continua desde los comienzos de la edad de bronce, se documenta de forma evidente aquí en el museo. Algunos investigadores incluso están convencidos que aquí en las cuevas debajo de la montaña de la fortaleza, donde fueron encontrados huesos humanos y de animales, ya vivían humanos 1000 a 2000 años antes del “tiempo de los talayotes”.

Artefactos de la ocupación romana

Del tiempo de los romanos se encuentran en el “Museo local” como piezas únicas relevantes, una estatua de bronce de Marte con escudo y casco guerrero. Del tiempo de la colonización árabe, cuando el mahometano “Jartan” era el centro de la región del mismo nombre, solo encontramos unos trozos de restos cerámicos. Ahora ya hemos contado tanto de la historia que ahora queremos ver como se refleja el paso del tiempo en los edificios concretamente documentado por los monumentos históricos, a través de un paseo por la localidad.

 

En la parte alta de la ciudad, sobre los restos del viejo muro de circunvalación se encuentra la conocida iglesia de peregrinación “San Salvador”

En la parte alta de la ciudad, sobre los restos del viejo muro de circunvalación se encuentra la conocida iglesia de peregrinación “San Salvador”.

Para contemplar la belleza de Artà y su entorno, a pie en los propios zapatos y esta es con distancia la solución más interesante, solo hay un medio: subir a las alturas. Desde la plaza principal, la Plaça Espanya, la plaza mayor enmarcada con imponente casas rectangulares antiguas ascendemos pausadamente hacia arriba. Antes de entrar en la iglesia parroquial “Transfiguración del Señor” entronizada como una fortaleza, disfrutamos primero una vista sobre el pintoresco panorama de la ciudad de Artà. Las residencias señoriales de la ciudad se adaptaron elegantemente a la iglesia de ubicación más alta. Así como informan las antiguas crónicas, aquí en esta construcción sacra se podían refugiar todos los habitantes de Artà cuando los enemigos amenazaban la ciudad. En 1248 el primer obispo de la isla Ramón de Torella colocó la piedra fundamental de la iglesia parroquial. La antigua casa de Dios fue erigida sobre los muros del fundamento de una mezquita morisca. La construcción gótica fue entonces frecuentemente renovada y obtuvo su apariencia gótica actual. 1563. Sorprendentemente en el interior de la iglesia el altar mayor posee el cuadro “Transfiguración del Señor en el monte Tabor”. La iglesia ha recibo su nombre de acuerdo a este cuadro de la “Transfiguración”.

Por el vía crucis hacia “San Salvador”

Ahora ascendemos aún más al “Calvario”, el vía crucis del Señor. Aquí tras 180 escalones en las que se recuerdan las estaciones del vía crucis en imágenes de relieve, alcanzamos finalmente la iglesia de la peregrinación “San Salvador”. La iglesia, que fuera construida en 1832 en estilo clasicista, contiene como el mayor tesoro histórico de arte la escultura en madera “Mare de Déu de San Salvador”. La escultura que muestra una preocupada María con la mirada en un pequeño niño Jesús que con su mano derecha le ofrece una bendición, está datada por los historiadores en un año de creación alrededor de 1250. Con esto es probablemente la imagen mariana más antigua de Mallorca.

 

Impresionante vista panorámica desde la fortaleza.

 

Menos valiosa como historia de arte pero históricamente cierta es la imagen que muestra la sumisión del morisco Wali de Mallorca ante un triunfador Jaume I. La veneración del Santo Salvador se remonta al siglo XIII y fue santificado por los conquistadores catalanes en un pequeño santuario que posteriormente fue convertido en una gran iglesia de peregrinación.

Arriba en el monte de la fortaleza se encontraba originalmente una fortaleza morisca. “Almudaina” el nombre árabe para castillo o fortaleza. Hoy de la fortaleza amurallada ya no existe más nada, solo un parapeto importante con un espesor de un metro y algunas torres recuerdan los tiempos en los que uno se debía defender detrás de murallas.

Sin embargo es encantador e impresionante la visión de almenas y el adarve coronado de torres (siglo XIV) en Artà, los montes de la “Sierra del Llevant” y la lejana costa este.

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